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Mujeres que nos enseñan a luchar

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El 8 de marzo no se celebra a la persona de género femenino, sino que se recuerda y conmemora la matanza, a comienzos del siglo XX, de un conjunto de mujeres trabajadoras que luchaban por sus derechos.

Es precisamente en recuerdo y homenaje a estas mujeres trabajadoras, que se dispuso esta fecha y que nosotros, desde hace algunos años, en memoria de aquellas mujeres homenajeamos a MUJERES QUE NOS ENSEÑAN A LUCHAR.

Con esta iniciativa el SADOP no se suma ni a la aduladora o edulcorada visión de la mujer, ni a la de sumisa madre del hogar que nunca reclama lo que merece.

Muy por el contrario, través de este encuentro tenemos la intención de reconocer a mujeres luchadoras que, desde espacios públicos o escenarios cotidianos, se destacan por su trayectoria de lucha.

Consideramos que esta propuesta aporta a la conciencia colectiva al ponderar uno de los aspectos que como sindicato tanto valoramos: la capacidad de lucha y el compromiso para generar transformaciones en la realidad.

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Las mujeres que luchan tienen en la palma de la mano la marca de un designio. Es una huella que el universo les puso para enfrentar las mil y una batallas que las almas oscuras se empeñan en desatar.

Estas mujeres no saben de su marca, pero se reconocen entre sí. Se perciben, se intuyen, se encuentran. Sus miradas delatan su bravura y su insistencia. Sus manos saben remover los escombros que ocultan las injusticias. Escarban lo llano y lo profundo, clavando las uñas si es preciso. Siempre se acercan a lo buscado y del surco más tosco y reseco, hacen surgir una gota cristalina como tesoro del desierto.

Son manos firmes que enhebran hilos, sostienen antorchas, pintan paredes, revuelven ollas, surcen telas, arropan bebés, escriben poemas.

Son manos que anudan las hilachas del desahuciado, y con porfiado empeño las convierten en tramas fuertes que arremeten

los desafíos. Ellas hacen lo que haga falta, lo que esté al alcance, lo que se pueda y más. Son manos que se entrelazan en las calles, en las plazas, golpeando puertas, convenciendo, exigiendo, reclamando, haciendo barricada junto a otras manos que intentan atrapar los mismos destellos.

Son manos de mujeres inquietas que atrapan el viento.

Manos de mujeres trabajadoras, de Mujeres que nos enseñan a luchar.

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Las mujeres que luchan tienen en la palma de la mano la marca de un designio. Es una huella que el universo les puso para enfrentar las mil y una batallas que las almas oscuras se empeñan en desatar.

Estas mujeres no saben de su marca, pero se reconocen entre sí. Se perciben, se intuyen, se encuentran. Sus miradas delatan su bravura y su insistencia. Sus manos saben remover los escombros que ocultan las injusticias. Escarban lo llano y lo profundo, clavando las uñas si es preciso. Siempre se acercan a lo buscado y del surco más tosco y reseco, hacen surgir una gota cristalina como tesoro del desierto.

Son manos firmes que enhebran hilos, sostienen antorchas, pintan paredes, revuelven ollas, surcen telas, arropan bebés, escriben poemas.

Son manos que anudan las hilachas del desahuciado, y con porfiado empeño las convierten en tramas fuertes que arremeten

los desafíos. Ellas hacen lo que haga falta, lo que esté al alcance, lo que se pueda y más. Son manos que se entrelazan en las calles, en las plazas, golpeando puertas, convenciendo, exigiendo, reclamando, haciendo barricada junto a otras manos que intentan atrapar los mismos destellos.

Son manos de mujeres inquietas que atrapan el viento.

Manos de mujeres trabajadoras, de Mujeres que nos enseñan a luchar.

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Las mujeres que luchan miran al mismo tiempo el horizonte y el paso por dar.

Andan seguras, midiendo -con la sabiduría de la semilla- la distancia entre la copa frondosa y las raíces profundas, para no distraerse con imposibles.

Regalan al desencantado algún paraíso cercano, mientras señalan con claridad quién es el enemigo. Siempre avizoran sus trampas y denuncian las artimañas de penosas intenciones. Retuercen la mueca elegante del burócrata y sueltan insolentes consignas que envalentonan el camino. Con las palabras como puñales, rajan las vestiduras almidonadas del desentendido, para desnudar los mandatos y condenarlos al destierro. Sus armas son las convicciones, la insistencia y la alegría. Las arropan con banderas y les dan el vuelo suficiente para contagiar el entusiasmo.

Son mujeres que sentencian las promesas incumplidas y ponen cerrojo a las palabras difíciles que confunden el camino.

Se revelan frente a las plegarias del desamparado. Lo alientan a trepar la cornisa, y mirar desde lo alto la amplitud del territorio. Desatan el desconsuelo del creyente y le muestran las alcantarillas donde desfilan las miserias y las desgracias.

Habitan los encantos cotidianos, los retazos del día que multiplican la esperanza. Allí alimentan su fortaleza, en los rincones invisibles, en los recodos del atardecer.

Son mujeres de cara al viento. Mujeres trabajadoras.

Mujeres que nos enseñan a luchar.

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Mujeres que andan contra la marea, apretando el timón y los dientes. Cruzan el rocío amanecido, llevando anudada alguna angustia propia o ajena que necesite cura.

Mujeres que mezquinan las soledades y multiplican las razones para levantar las copas, vitoreando algún deseo o resucitando un sueño dolido.

Se mueven con la brújula de las mariposas, desplegando su vuelo bajo, provocando algún fervor.

Mujeres que muestran su cintura solo a los elegidos, y preservan las curvas más exquisitas para los momentos de redención.

Son mujeres que embriagan con su paciencia inquieta y sus respuestas atrevidas.

Saben de naufragios, de orillas olvidadas y de vendavales. Conocen de tormentas y remolinos, de calmas sombrías y furiosos volcanes. Pero también saben de las maravillas minúsculas que se esconden en las turbulencias. Saben de los finales infinitos y de la medida inexacta del reloj. Saben, desde sus propias entrañas, que cada momento tiene algo por parir.

Son mujeres que desafían lo prescripto, abriendo laberintos interminables para encontrar nuevas salidas. Deslizan los horizontes para buscar más allá.

Son mujeres de cara al viento. Mujeres trabajadoras.

Mujeres que nos enseñan a luchar.

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A estas mujeres, hoy el SADOP quiere homenajearlas con este encuentro, reconociendo la fortaleza de la lucha que han demostrado en su recorrido.

* Nuestro primer reconocimiento es a Marcela Franco, mujer trabajadora de la educación, que durante 10 años hizo una opción por la vida religiosa junto a las hermanas de Ntra Sra del Calvario. Su tarea comprometida con la actividad barrial, la llevó a profundizar su elección abandonando la congregación y optando por vivir en el barrio mismo: Villa Oculta, detrás de Villa del Parque, orillando la vía del ferrocarril Mitre. Luchó por las mejoras en las condiciones de vida, apostó a la construcción colectiva, al empoderamiento y protagonismo de los vecinos y compañeros de lucha. Construyeron viviendas, consiguieron alumbrado público, agua potable, realizaron proyectos comunitarios, huertas fliares y a pesar de haber sido en la zona, víctimas de la inundación, han luchado incansablemente por seguir creciendo y apostando al futuro.

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* Nuestro reconocimiento a Ester Gómez, mujer luchadora que desde hace más de 20 años milita por los derechos de su comunidad Mocoví. Conformó junto a otros compañeros la comunidad COM CAIA que los representa como Pueblos Originarios de la Región. Las 60 familias que fueron en sus inicios, hoy llegan a ser mas de 200. Lograron gestionar la escuela Primaria y secundaria con modalidad Bilingüe donde Ester trabaja. También pudieron inaugurar un centro de salud intercultural.

Ella ha luchado incansablemente ante la discriminación, defendiendo los derechos de los Pueblos Originarios. Ha logrado junto a sus compañeros destacarse por transmitir su experiencia de vida, apasionada, segura y convencida del rumbo que ha emprendido para visibilizar su comunidad. Participa activamente en diversos ámbitos de compromiso social y político, integrando también una lista de concejales municipales en las elecciones de 2014.

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* Nuestro reconocimiento a Gabriela Bruno, “La gaby” como se la nombra con cariño en todos lados. Una mujer luchadora y militante de los DDHH, que ha tenido una trayectoria destacada por su compromiso con la lucha por la ampliación de derechos, la inclusión, y la construcción colectiva. Tuvo que sortear numerosas dificultades que se le presentaron en su vida cotidiana, siempre lo hizo con una personalidad optimista y alegre, convirtiendo su discapacidad en una oportunidad para desafiar los prejuicios y movilizar cambios junto a otros. Apasionada del trabajo grupal y las tareas compartidas.

Ha participado también de la actividad sindical en la Asociación de Prensa de Santa Fe. Actualmente está a cargo de la Dirección Provincial de Inclusión para Personas con Discapacidad.

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* Nuestro reconocimiento a Valeria Silva, 3ª generación de una familia de mujeres luchadoras del barrio Sta Rosa de Lima, de Sta Fe. Allí militaron sus padres desaparecidos y allí se crió ella junto a sus abuelos y hermanos, dando sus primeros pasos en el grupo de apoyo a las Madres de Plaza de Mayo, sumándose al trabajo de Otilia Acuña, su abuela. Desde entonces, la militancia política de Valeria ha sido una expresión fundamental de su amor a la vida y su compromiso con el pueblo. Protagonista notable de la historia de H.I.J.O.S. Santa Fe, sus compañeras y compañeros conocen claramente su creatividad organizativa, su integridad fraternal, sus conocimientos exhaustivos para las tareas de memoria, verdad y justicia, su talento para la comunicación política, su humor feroz y vital, su casa generosa para el trabajo colectivo. Actualmente realiza trabajos de investigación que son un aporte fundamental en los juicios para las condenas que se obtienen en Santa Fe contra los genocidas de última dictadura cívico-militar y clerical.

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* Nuestro reconocimiento a Mary Sánchez. Docente desde muy joven, dejada cesante por la dictadura cívico-militar en 1977. Fundadora y Secretaria General de Suteba, fue la primera mujer que integró el Consejo Directivo de la CGT. Fue Secretaria General de la CTERA, fundadora junto a otros sindicatos de la CTA. Presidenta de la Internacional de la Educación (I.E.) de América del Sur. En su militancia política podemos destacar que fue fundadora del Partido Frente Grande y Convencional Constituyente en 1994 por ese espacio político. Presidenta del Partido Frente Grande – Frepaso, de la Provincia de Buenos Aires. Fue Diputada Nacional desde 1995 a 1999. Fue Coordinadora de las Organizaciones Sociales en el Plan de Alfabetización Nacional. Luego fue Directora Provincial de Políticas socioeducativas de la Provincia de Buenos Aires. Actualmente se desempeña como Coordinadora Nacional del Programa: Argentina trabaja, enseña y aprende.

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* Nuestro reconocimiento a Milagro Sala, fundadora y líder de la organización barrial Tupac Amaru, de Jujuy, a través de la cual, junto a otros compañeros, pudo organizar y conducir las respuestas para sus compatriotas más vulnerables. Su visión latinoamericana y el respeto por los pueblos originarios completan su perfil, cuya adhesión popular le permitió ser elegida Diputada Provincial en las recientes elecciones de 2013. Su carácter, su modo de construir su liderazgo no es otra cosa que el fruto de una muy dura vida, enfrentada con la sensibilidad de una mujer.

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