Convengamos que la Argentina, como todos los demás países, compartimos una “comunidad mundial” en la que no todas las normas están claras, o en la que la fuerza y el poder, en muchos casos, están por encima del Derecho, de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional.
De otra forma no podría entenderse como la máxima autoridad de las Naciones Unidas, consiente o admite la invasión a Irak, por parte de EE.UU. y sus aliados del Norte.
Podría considerarse que precisamente esas son las reglas, que pretender lo contrario sería enfrentarnos al mundo, pero también permítanme decir que no estoy de acuerdo, que esas supuestas reglas tienen que cambiar, y que no cambiarán por arte de magia, sino por la acción decidida de los pueblos…
Digo todo esto para que se entienda que con relación a la deuda externa argentina, la que nos llevó a la cesación de pagos en el 2001, la primera gran concesión que los argentinos estamos haciendo es que negociamos para pagarla, y que la estamos pagando.
Desde mi humilde opinión, a riesgo de cualquier calificativo, si una deuda es ilegítima, tal como se la ha considerado a esta deuda externa miles de veces, incluso judicialmente, no debe pagarse. Así de simple.
Se también que así no se piensa ni se actúa en la “comunidad mundial” en la que estamos. En función de esto es que pondero la negociación, señalando esa primera concesión: pagamos…, bajo protesta, lo menos posible, con el fruto de nuestro crecimiento (no con la entrega de nuestros recursos naturales o vitales) y siempre priorizando el desarrollo nacional, el progreso de nuestro pueblo y el trabajo de los argentinos, todo esto siempre por encima del pago liso y llano de esta deuda ilegítima.
Pese a toda esa postergación, pese a la quita del crédito, y pese a nuestros condicionamientos, a nuestros acreedores no les va nada mal. Están cobrando algo que, en el derecho comercial nacional seguramente no lo estarían percibiendo, y defendiendo de esta forma el negocio financiero también se cubren frente a otras eventualidades.
La participación de Argentina en diversos foros internacionales, como el G20, el G77+China y aún el acuerdo con el Club de París, demuestran que la premisa “pago con crecimiento”, podría ser una nueva norma financiera de la “comunidad mundial”, cuyos acreedores aceptan cobrar en dólares antes que hacerse de botines de un devastado deudor.
Entre la cultura del trabajo y la de la especulación a ultranza, atendiendo a los resultados de Argentina y de la región, pareciera que el mundo, o lo mejor del mundo, está optando por la cultura del trabajo, que implica crecimiento para el país y no una eterna postergación de vasallos frente al poder imperial.
Siempre estando bajo el sistema capitalista, obvio, sin nada de oxígeno socialista de ninguna de las versiones u opciones, que quede claro.
Por eso todos los trabajadores tenemos que alzarnos en contra de esta nueva pretensión del “orden especulador a ultranza”, que quiere impedir en el mundo una nueva concepción del trabajo, de los trabajadores, de las finanzas y de los límites éticos para su rentabilidad, que la diferencian claramente de la usura.
Los argentinos, y los latinoamericanos, trabajadores, empresarios, intelectuales, políticos y dirigentes en general, no deberíamos mostrar fisura alguna, ni tampoco tener ninguna duda: la pretensión de los fondos buitres y de Griesa es que volvamos a la debilidad de estar en cesación de pagos (como en 2001), a la fragilidad de presentarnos como deudores e incumplidores, pretenden ponernos bajo el sometimiento de un esclavo, que no tiene derechos y carece de toda credibilidad.
En las vecinales, en los sindicatos, aún en las escuelas, particularmente en la Nueva Escuela Secundaria, debemos hablar de estos temas, los alumnos seguramente nos entenderán y agradecerán, pero obviamente habrá que explicarles qué nos está pasando, porqué en esta “comunidad mundial” el derecho y la fuerza aún no dirimen primacías, para que todos asumamos y encarnemos vívidamente la defensa del trabajo y de la cultura del trabajo, por encima de la especulación y la usura.-
Como argentino, como trabajador, como dirigente de los trabajadores de la educación, no puedo menos que dejarles mi opinión, pero también mi convocatoria y convicción para que, más unidos que nunca, reconociendo nuestras eventuales diferencias, pero superándolas en virtud del momento, nos manifestemos en todo ámbito y en todo momento que podamos. Debemos defender nuestro trabajo, nuestro salario y el crecimiento del país. Si cuando se contrajo esta deuda ilegítima no nos pudimos manifestar, ahora es el momento. No tenemos excusas…, después sólo nos quedará lamentarnos y llorar tristemente por lo que no pudimos defender, por lo que no pudimos construir para nuestros hijos y los argentinos del mañana.
Pedro Eduardo Bayúgar
Secretario General